Me han preguntado sobre el taller terapéutico que estoy a punto de dar en donde yoga y escritura se encuentran. Les quiero contar una historia para entendernos mejor.
Es verdad que estamos acostumbrados a ver a las personas que practican yoga con outfits a la moda, en clases que se cobran en dólares y mostrando posturas que nos parecen imposibles, lo que hace que pensemos en el yoga como elitista e inalcanzable.
La realidad es muy otra. Y agradezco mucho a la vida porque puso a maestros en mi camino que me mostraron el verdadero poder del yoga.
¿Por qué un taller terapéutico incluye yoga? Quizá la respuesta más fácil sea que el movimiento del cuerpo cambia nuestra bioquímica, pero, ¿entonces correr o nadar también nos ayudarían? Sí. Otra respuesta a la mano es que la meditación y el silencio de la mente nos permiten alejarnos de la hiperestimulación a la que estamos expuestos y que nos tiene fatigados. Sí, también.
Pero quiero contarles una historia que me contó mi maestra Ann Moxey. Es sobre la diosa Kali.
Kali es una deidad en el panteón hindú que representa la energía femenina de Shiva, el dios destructor. Es una diosa salvajota. Cuentan que hubo una ocasión en que un demonio se empezó a multiplicar esparciéndose por el mundo, nadie lo podía detener. Shiva le pidió ayuda a Kali y ella sí que fue capaz de someterlo. La cosa es que cuando Kali se enfurece no puede parar, así que la destrucción continuó y ni el mismo Shiva pudo pararla. El poder de Kali es tal, que terminó destruyendo a Shiva, por eso la iconografía la muestra danzando sobre el cuerpo caído de Shiva. Ahora pensemos que, en algunas tradiciones, Shiva es EL dios.
Entonces me gusta esta historia porque Kali es una fuerza destructora capaz de derrotar a un dios, destruirlo todo. No queda nada. Y, sin embargo, Kali, al darse cuenta de lo hecho, por fin se detuvo e insufló vida a Shiva, trajo al dios de regreso.
Así el yoga. Y así el taller que daré en acompañamiento de Gloria Soto, una terapeuta Gestalt. Vamos a hacer un viaje al origen de la herida, esa que nos está haciendo daño. Pero para ello necesitamos valentía, atrevernos a aceptar que sí, ahí está ese dolor, esa incomodidad, ese trabajo que no me hace feliz, esa relación tóxica, ese vicio, ese abuso, y vamos a apoyarnos en la escritura para destruirlo, porque escribir nos permite dar dimensión a los problemas y entenderlos desde otro lugar. Pero con esa información podemos reconstruir, volver a crear. Allí está Kali, en el atrevimiento de destruirnos a nosotrxs mismxs.
El yoga es el movimiento del cuerpo, pero es también todas estas mitologías y filosofías que nos inspiran a sanar. Sí, sanar. Hablemos de sanación. No tengamos miedo. No estamos condenados a esa contractura en el cuello, a esa gastritis, a esa depresión, a esa adicción. Podemos construir otras posibilidades para nosotros, pero para eso, quizá, haya que matar a un dios. Y ese dios, muchas veces, puede ser la idea que tienes de ti mismx.
Así que no tengas pena de pedir ayuda y nos vemos pronto en el taller. ¡Iniciamos el próximo miércoles 5 de junio!
Imagen: Adobe Express