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De las redes sociales y la ansiedad

La ansiedad, la depresión, los altos niveles de estrés, el burnout, son males propios de esta época y, quizá, la culpa la tengan las redes sociales. 

Ya de por sí el capitalismo nos convirtió en seres obligados a producir y producir, en donde el descanso y el ocio se vieron rechazados y exiliados de nuestras vidas. Descansar es de huevones y las actividades de ocio es perder el tiempo. El único ocio aceptado por el capitalismo es ir al centro comercial, pero leer, escribir, pintar, detenerte a ver un atardecer no, eso es, como digo, perder el tiempo.

Así que venimos de un siglo que nos enseñó a estar trabajando todo el tiempo con los resultados ya conocidos: por un lado, todas las enfermedades crónicas, esas famosas “itis” que no son otra cosa sino inflamaciones del cuerpo ocasionadas por el estrés; por otro lado, el cansancio crónico, porque no hay cuerpo que aguante el ritmo; y finalmente, los trastornos mentales, porque no hay espíritu que lo soporte.

Pero, con la llegada del capitalismo digital y las redes sociales, todo se está saliendo de control. El smartphone se ha traducido en estar conectados al trabajo los 7 días de la semana; si bien antes podíamos tomarnos una hora o dos para comer con tranquilidad, ahora eso ya no existe: comidas, desayunos, cenas, domingos y supuestas vacaciones, los mensajes del trabajo no dejan de llegar, ¡y hay que contestar! De lo contrario, eres un desobligado. 

A lo anterior, además, hay que sumarle el consumo de información que hacemos por voluntad propia. O eso creemos. Si logramos desconectarnos del trabajo, lo más probable es que pasemos nuestro tiempo libre viendo videos en TikTok o en YouTube, scrolleando el Instagram o consumiendo noticias en X. Todo lo cual, mantiene a nuestro cerebro despierto, al sistema nervioso en alerta; cada emoción de envidia, de enojo, de alegría, de miedo que las redes sociales detonan en nosotros, implican una descarga de químicos que viene una después de la otra, sin espacio para asimilarlo: los algoritmos han tomado preso a nuestro sistema nervioso, saben mejor que nosotros cómo funciona y es así que el consumo de redes sociales se traduce en una adicción socialmente aceptada, pero igual de peligrosa.

Observe el lector unas vacaciones propias: si no está consumiendo información, la está produciendo, tomando fotos, sacando videos, editándolos, poniéndoles letritas, con el cuello cansado, las cervicales apretadas, la vista en la pantalla en vez de lo que tiene frente a sí. Muchas veces sentimos que pasó el periodo vacacional y no descansamos, pero, ¿por qué? Bueno, quizá tenga que ver con esto. Nos adoctrinaron para permitir que un patrón nos explote y, con las redes sociales, ahora nos explotamos a nosotros mismos porque no podemos dejar de subir contenido, si lo hago, quizá pierda mi visibilidad.

Cada vez estoy más convencida de la importancia de desconectarnos. Y, sin embargo, yo misma me pregunto: ¿cómo sostendré mi negocio? ¿Cómo mantendré contacto con lxs lectores? 

En todo caso el budismo enseña la vida media, el camino de en medio, todo en su justa medida. Las redes sociales son plataformas que podemos usar a nuestro favor si sabemos medir su uso, si mantenemos nosotros el control y no permitimos que sean los algoritmos los que nos controlen. 

Vengo regresando de un ejercicio de desconectarme de redes sociales por una semana y mi mente no dejó de reflexionar sobre todo esto. 

Hay un montón de cosas que podemos hacer para sentirnos menos estresados y fatigados, sí podemos regular nuestro sistema nervioso, sí podemos curar la ansiedad, sí podemos cultivar la salud de nuestro cuerpo y fortalecerlo, sí podemos dormir mejor, pero cada vez me doy cuenta que el desconectarnos de las redes sociales es lo que puede darle un giro radical a nuestra vida.

Pero esta es solo mi opinión personal y no es importante.

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Publicado enBlog