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Del intento de asesinato contra Trump

Lo que realmente me interesa del intento de asesinato que sufrió Donald Trump el fin de semana pasado, son los comentarios de odio entre los mexicanos.

El fin de semana tuve oportunidad de sentarme en una mesa donde los comensales eran claros críticos de Andrés Manuel López Obrador. No deja de llamarme la atención que, cuando me encuentro entre este tipo de personas, el centro de la conversación –política– sí es el gobierno actual pero, sobre todo, lo mal que está el país. Cosa que, insisto, me llama muchísimo la atención porque yo les veo gastando grandes cantidades de dinero en comida y en alcohol, veo las camionetas en las que llegan al restaurante; una pareja, incluso, llevaba una nana para su bebé, lo que me hace pensar que, económicamente, no tienen ningún problema. Somos libres de sentarnos en un restaurante a platicar de lo que queramos, hasta la hora que queramos, vistiendo lo que queremos y ordenamos lo que se nos antoje, así que cuando les oigo hablar de “dictadura”, no puedo evitar preguntarme: ¿quizá, genuinamente, estas personas no saben lo que es un dictadura?

En fin, acababa de suceder el intento de asesinato contra Trump, así que los comentarios no se hicieron esperar, y llamaron mi atención dichos como: “los gringos se odian entre ellos igual que los mexicanos”, o “ya no se sabe quién está peor, si Estados Unidos o México”, y la típica: “los gringos están igual de polarizados que nosotros”.

Personalmente, creo que las diferencias entre un país y otro son abismales. Para empezar, lo más obvio: México acaba de atravesar una elección presidencial sin un intento de magnicidio; las elecciones, por su parte, se llevaron a cabo de forma segura y pacífica en lo general; los resultados de la votación no mostraron la polarización de la que se habla en algunos medios, nos guste o no, estemos de acuerdo o no, hay un apoyo contundente de la gran mayoría de los mexicanos por una opción en específico. En cambio, según muchos analistas, Estados Unidos sí está al borde de una guerra civil.

También, desde mi experiencia muy personal, observo que no es cierto eso de que los mexicanos nos odiamos. El discurso de odio no está presente en todos los mexicanos, se da más bien en un pequeño sector de la sociedad que sí que odia a Andrés Manuel y todo lo que representa. Los comentarios racistas, clasistas, homófobos y antiderechos los escucho en reuniones como la que tuve el fin de semana, pero no cuando me toca convivir con amigxs que están en el otro extremo del espectro ideológico. La verdad. Allí más bien los comentarios que surgen son como el que expresé párrafos más arriba: quizá estas personas no saben lo que es una dictadura, quizá no tienen tiempo para contrastar información y se quedan con lo que aseguran medios como Reforma o Latinus, qué triste que creyeron tal noticia falsa… El tono de la conversación va más por ahí que aquello de que nos odiamos, o son unos nacos ignorantes, o si eso quieren pues eso tendrán… En fin, seguramente ustedes mismos saben a qué me refiero porque estas conversaciones están en todas las sobremesas de México hoy en día. 

Finalmente, tampoco creo que la sociedad mexicana esté igual o peor que la gringa. No tenemos los índices de adicciones que tiene Estados Unidos, y no hablo solamente del fentanilo, sino también de las adicciones que generan los medicamentos, las compras o las redes sociales; este hecho por sí solo arroja información sobre la salud mental y la situación social de las personas. Tampoco somos una sociedad que enaltezcamos el uso de armas: mientras que en Estados Unidos la causa de muerte número 1 se da por armas de fuego, aquí luchamos para que se dejen de traficar armas hacia nuestro país. Tampoco estamos metidos en ninguna guerra, no tenemos ciudades enteras tomadas por homeless y adictos, de hecho, nuestra economía permite que las personas tengamos comida y un techo, incluso tenemos un sistema de salud público que atiende aún a los más férreos críticos de este gobierno.

La realidad es que Estados Unidos atraviesa un proceso de decadencia propio y particular y que estaremos viendo durante las siguientes décadas. No, no tiene nada que ver con México.

Y reflexiono sobre todo esto no en un sentido patriotero ni mucho menos para enaltecer al gobierno actual o criticar a los gringos, sino para hacer conciencia. Darnos cuenta. El mundo en general atraviesa grandes retos, y el estilo de vida que tenemos los mexicanos –por lo menos con los que estuve el fin de semana– es para agradecerse, no para compararnos con una sociedad que, desgraciadamente, se desgarra desde adentro. No es gratuito que México sea el destino actual de miles de extranjeros que de Estados Unidos, Canadá y Europa llegan buscando un hogar.

México tiene grandes retos que atender, pero también pienso que estaría bueno ser agradecidos, darnos cuenta de lo que sí somos, de lo que sí tenemos y apreciar todos los privilegios de que gozamos en vez de vivir una realidad en nuestra mente alimentada por los discursos de miedo y odioque las fake news y los medios promueven.

Pero esta es solo mi opinión personal y no es importante.

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Publicado enBlog