Si al reflexionar sobre la actualidad tenemos la idea de que el imperialismo no existe, entonces probablemente no estamos entendiendo nada. De nada.
La semana pasada, viendo noticias de las más variadas, fui cayendo en cuenta de que detrás de todos los conflictos por los que estamos atravesamos está el imperialismo estadounidense. O el británico. O el francés. Éste último más activo que nunca. Y, sin embargo, aun hay personas que niegan que el imperialismo existe. Aun no logro entender si esta negación viene del apoyo o de la ignorancia.
Hace unas semanas, cuando las elecciones en Venezuela eran tema en tendencia, escuché un comentario en una comida de alguien que apoyaba a María Corina Machado al tiempo que decía algo así como “Y no me salgan con el cuento del imperialismo”. Llamó mucho mi atención. Más tarde, leí un comentario en redes que decía que la crisis financiera de Argentina era culpa del kirchnerismo, y en el argumento no apareció por ningún lado el papel que ha jugado el FMI en ese país. También llamó mi atención. Y entonces me dije: Ok, probablemente estas personas realmente no tienen idea de lo que hacen Estados Unidos, sus aliados y sus poderes económicos.
Vayamos, por ejemplo, a Venezuela. ¿Quién es María Corina Machado? ¿De dónde sale el dinero que financia su campaña mediática? Y dicha campaña, ¿qué ideologías reproduce? Si manda una carta al rey de España dirigiéndose a él como “Su Majestad” y agradeciendo su apoyo, ¿qué intereses será que comparten? Un rey, una monarquía europea, ¿qué intereses creen que proteja?
Vayamos lejos, a Libia. El fin de semana vi un documental de DW sobre un hijo de Gadafi que ha reaparecido y está contendiendo en las elecciones. El documental muestra –quizá a pesar de ellos mismos– la sincronía de los medios hegemónicos occidentales para acusar a Gadafi de “dictador” (como en Venezuela, como en México), y estoy segura que localmente se azuzó a un sector de la población a levantarse en su contra. Tan pronto esto se logró, Francia lideró las fuerzas de la OTAN que invadieron Libia para, según, apoyar la revolución. En todo esto no debemos dejar de lado las reservas de petróleo y gas que Libia tiene. Como Venezuela, como México. Por cierto, el hijo de Gadafi lleva una ventaja considerable en la preferencia de voto en Libia, claro que las potencias extranjeras ya salieron a decir que no se pueden celebrar las votaciones, que Libia no está en condiciones.
En fin, regresemos a México. La semana pasada el embajador de Estados Unidos en nuestro país, Ken Salazar, hizo una declaración por demás desafortunada que algunos celebraron. La amenaza fue franca y abierta: la reforma al Poder Judicial pone en riesgo el comercio con Estados Unidos y abre la puerta al narcotráfico. Ni tantita sutileza.
Pero, qué es el imperialismo. La creencia de que una potencia extranjera puede interferir en los asuntos soberanos de otro país. O de plano, la intervención de una potencia extranjera en un territorio para explotar algo de él, sus recursos naturales o su posición geostratégica. Sí, esto es también neocolonialismo. Todas esas argucias comerciales para explotar los recursos naturales de un país sin pago de impuestos, con contratos leoninos y que contaminan y destruyen territorios es la creencia en la supremacía de un país sobre de otro. Por eso los gringos y los canadienses están muy preocupados por nuestra reforma judicial, ese tipo de acuerdos podrían verse en riesgo.
El imperialismo actúa de diversas maneras, desde la invasión militar a un territorio –como lo hace la OTAN o incluso como lo hizo Estados Unidos con la Iniciativa Mérida en México–, pasando por los golpes de Estado y el law fare –como han orquestado en América Latina–, hasta la manipulación de la información a través de los medios hegemónicos que confunden a la población, orillándoles a conflictos que usarán a su favor –como hicieron con las Primaveras Árabes–. Y claro, no perdamos de vista aparatos como el FMI o el Banco Mundial, que actúan a favor de las potencias para ahorcar a los países “desobedientes” –como han hecho en Argentina–.
Quizá Maduro no sea la mejor opción para seguir gobernando Venezuela, pero ese asunto lo pueden decidir solo los venezolanos en las urnas, no el rey de España ni Estados Unidos. Quizá Gadafi gobernaba con mano dura, pero Francia y la OTAN no tenían por qué azuzar un conflicto que, dicho sea de paso, terminó tomado por el ISIS (entrenado y armado, por cierto, por Estados Unidos). Quizá la reforma judicial en México no gusta a muchos, pero ningún país extranjero tiene por qué amenazarnos ni económicamente ni con el narcotráfico.
El resultado del imperialismo, es decir, la intervención militar, política, mediática y judicial de Estados Unidos y sus aliados en el mundo está ahí para que todos la juzguemos. La destrucción de regiones enteras como África o el Medio Oriente y el ahorcamiento económico a América Latina es el imperialismo en toda su expresión. Sigan el hilo, ¿quién está detrás de todo?
Por eso, no puedo evitar preguntarme: ¿quién en su sano juicio aplaudiría la intervención de Estados Unidos en México?
Claro que todo esto es mi opinión personal y no es importante.
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