La semana pasada tuvo lugar el 1er Encuentro Continental de Comunicadores Independientes. Se reunieron en la Mañanera de AMLO y bueno… aquí vamos.
Todos los días, todos los días, me recuerdo la enseñanza espiritual: ni a la izquierda, ni a la derecha, ni arriba, ni abajo, es en medio en donde tengo que estar.
Mi práctica espiritual no es de dientes pa’ fuera, como dice el dicho, realmente tengo una práctica diaria, acompañada de mis maestrxs, y a veces, he de confesar, me atormenta, porque no siempre puedo mantenerme en el centro; soy géminis, ¿me explico? Soy temperamental, soy todas las pasiones, el resultado de todo ello, desbocado, es el absoluto sufrimiento, ya he estado allí. Así que, aunque a veces es frustrante e incluso desesperante, ya tiene varios años que siempre regreso al zafu, no importa lo que pase en el día, vuelvo al zafu, respiro profundo y me postro ante las dificultades.
Todo lo anterior para decir que no puedo evitar sentir inclinaciones, me cuesta trabajo observar sin juzgar y no tomar partido, y no pude evitar emocionarme al escuchar los discursos del 1er Encuentro Continental de Comunicadores Independientes.
Sé que muchas personas han desdeñado el evento puesto que se llevó a cabo al amparo de la Mañanera de López Obrador, lo que despierta, en muchos, el absoluto rechazo. Y, sin embargo, ¿no deberíamos todos agradecer la labor de los comunicadores independientes? ¿No están hartos de los sesgos de los señoros blancos, millonarios, cuyas noticias y análisis solo favorecen los intereses económicos de los que ellos mismos son beneficiarios?
Andrés Manuel López Obrador nos puede caer bien o no, pero siempre he pensado que su gran legado es romper el cerco informativo para los mexicanos: por primera vez hemos podido acceder a noticiarios, investigaciones e información que no responde a ningún interés económico. Podemos, por primera vez, saber.
¿Se acuerdan que al acabar el sexenio de Peña Nieto, Televisa hizo una depuración de sus comunicadores? Se fueron Loret de Mola, Joaquín López-Dóriga y Adela Micha; en su momento se habló de censura ante el gobierno entrante de AMLO, pero la realidad –lo sé porque me enteré desde muy adentro y muy arriba en Televisa– es que estaban demasiado desgastados, eran impresentables ante las audiencias y la empresa los corrió. Con este cambio de gobierno acaba de ocurrir algo parecido, ahora fueron Denise Dresser, Jorge Castañeda y Aguilar Camín los despachados. Nuevamente están hablando de censura, pero vamos, seamos realistas, ¿quién quiere seguir escuchándoles? No porque sean críticos con el gobierno actual, no, eso siempre será necesario, sino porque son voces anquilosadas, anacrónicas, que no se han dado cuenta que los tiempos ya cambiaron. Y peor, han propagado el odio y las mentiras.
Las sociedades, en cambio, estamos listas para la información verídica y verificada, para periodistas éticos, no queremos que sean serviles al poder, queremos que sirvan al pueblo como, hasta donde me quedé, es la labor del periodismo. “El periodista debe privilegiar a los desposeídos, a los más vulnerables y las víctimas”, dijo la periodista independiente Nancy Flores durante el encuentro, y quiero citarla un poco más: “Los periodistas deben estar comprometidos con el bienestar general y no próximos a los intereses de la oligarquía opresora”, “El periodismo debe contribuir a acabar con las grandes injusticias”, “Son los pueblos los que a partir de ahora y siempre deben ser escuchados”. ¿Quién puede no estar de acuerdo con ella? En serio, me gustaría saber.
Sí, quizá debería estar en medio, pero me resulta demasiado interesante el fenómeno mediático que estamos viviendo: los medios hegemónicos atraviesan una crisis de credibilidad no solamente en México, sino en todo el mundo precisamente gracias a los comunicadores independientes, quienes han puesto al descubierto los intereses económicos de las grandes corporaciones mediáticas. Esto es así. Innegable. No está abierto a debate. Y “Con medios poseídos por la oligarquía no hay democracia”, diría durante el encuentro Inna Afinogenova, otra afirmación innegable. ¿O hay alguien que no esté de acuerdo con esto? En serio, me gustaría saber.
Sí, quizá debería estar en medio, pero me emociona demasiado que por primera vez en la historia estamos experimentando el derecho a la información, el derecho a la verdad, el derecho a saber. Y perdón, pero no entiendo cómo hay quienes todavía eligen escuchar y creer a periodistas y opinadores cercanos a las oligarquías, cuando sus contratos, sus sueldos, sus patrones ya están ahí, al descubierto. A veces pienso que quizá solo están perdidos en medio de tanta, tantísima información, porque lo que es cierto es que las redes sociales también han ensuciado la conversación al convertirnos a todos en opinadores, así que quizá solo están necesitando un poco de ayuda.
Como sea esta es solo mi opinión personal y no es importante.
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