Los que están sorprendidos por el triunfo de Donald Trump, les invito a leer esta comparación entre Kamala Harris y Xóchitl Gálvez.
Los demócratas, como la derecha mexicana, se equivocaron en su candidata.
Siempre pensé que la derecha mexicana hubiera tenido mejores resultados en la elección pasada si hubieran elegido un candidato coherente a sus principios y proyectos. Si hubieran elegido a un hombre blanco, heterosexual, de traje y corbata, que abiertamente hablara de sus inclinaciones neoliberales y antiaborto, probablemente hubiera consolidado un voto que se identifica con esas ideologías y esas políticas. Sin embargo, quisieron engañar al pueblo y eligieron a Xóchitl Gálvez, dijeron que era indígena (lo que durante años despreciaron de López Obrador), la vistieron con huipiles y llenaron su discurso de mentiras, lo que confundió a todos: era indígena, pero la veían blanca, con dos hijos muy fresas y una casa enorme en una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México; era trostkista, pero apoyaba a Milei; era progresista, pero era antiaborto porque era panista, pero era proaborto porque eso había que decir; y era panista, pero no era panista, porque era candidata ciudadana, aunque era candidata del PRIAN. Y entonces ni unos ni otros votantes encontraron en ella coherencia alguna.
Me da la impresión que con Kamala Harris sucedió algo similar.
Claro, cada país tiene sus complejidades. La aplastante derrota de la derecha mexicana y, ahora, del Partido Demócrata en Estados Unidos, no tiene solamente qué ver con sus candidatas. Pero sí que son un factor que no debe pasar desapercibido.
Kamala Harris estuvo desaparecida durante toda su vicepresidencia, creo que la única vez que tuvo alguna relevancia mediática fue cuando viajó a Guatemala a decir que, por favor, no migraran a Estados Unidos. Y aquí empiezan las incoherencias. A Kamala los demócratas también la quisieron vender como progresista, mujer feminista, negra y migrante, pero nunca hizo nada por los migrantes salvo lo ya mencionado, y se sabe –y se sabe muy bien– de sus nexos con el sionismo y la industria armamentística, que están lejos de cualquier progresismo.
Kamala, como Xóchitl, como decía una cosa, decía otra. Por ejemplo, al mismo tiempo que declaraba que ella tenía un arma y que le dispararía a cualquiera que irrumpiera en su casa, decía que había que regular el uso de armas; mientras decía que pondría fin a la guerra en Gaza, también aseguraba que no dejaría de apoyar a Israel, con armas, obvio, porque es lo que ha hecho la administración de la que es vicepresidenta. Y llegamos a un punto clave desde mi punto de vista: a los demócratas definitivamente no les perdonaron el genocidio en Palestina.
En fin, los demócratas que están muy sorprendidos por el triunfo de Trump, requieren hacer una autocrítica de su candidata. ¿Por qué el Partido Demócrata no ha permitido la candidatura de uno de sus perfiles verdaderamente de izquierda y progresista? Porque los tiene, sí que los tiene. Pero eso es lo que le ha valido la derrota, decir que representa una cosa, pero hacer otra.
Al final del día, creo que para México y el mundo da igual. Todos sabemos que quien realmente gobierna en Estados Unidos es el capital; el sistema financiero es la mano que mece la cuna. Así que con la llegada de Trump a la presidencia sí que los gringos sufrirán pérdidas en sus derechos básicos, sin embargo, para el resto del mundo, ambos candidatos significaban lo mismo. Geopolítica y económicamente, Estados Unidos tiene una sola agenda: defender su hegemonía. Y es en ese sentido que el mundo entrará en una situación muy tensa.
No queda más que esperar, a ver qué pasa.
Pero esta es solo mi opinión personal y no es importante.
Imagen: Adobe Express