Giacomo Turra es un instagramer envuelto en el escándalo de robar música, pero lo peor es que ha mentido al respecto. ¿Acaso la joven generación ya no tiene honor?
Quizá la palabra “honor” suene antigua, pero me parece acertada porque implica un conjunto de virtudes como la lealtad, la verdad, la dignidad, la puntualidad; es el absoluto respeto por unx mismx y por lxs demás; se trata de todo un constructo de cualidades éticas que cada vez existen menos.
Desde mi experiencia personal, me he podido dar cuenta que lxs jóvenes –aclaro de una vez: no todxs, pero sí una gran mayoría– cada vez muestran menos respeto hacia lxs demás y cada vez, también, usan más la mentira como arma de defensa. Como el caso de Giacomo Turra.
Este escándalo está por todos lados, si se dedican de alguna manera a la música, seguramente saben de qué hablo. Y si no, el resumen va más o menos así:
Digamos que Giacomo Turra es lo que llamaríamos un “influencer” o un “creador de contenido”, porque de músico y guitarrista no tiene nada.
Se trata de un instagramer que tiene miles de seguidores y se hizo famoso al subir videos tocando la guitarra. Sus composiciones y su estilo llamaron tanto la atención, que era buscado por otros colegas para colaborar y claro, las marcas también trabajaron con él; tenía, por ejemplo, un patrocinio de Fender que, por cierto, ya le quitaron. En fin, resulta que Turra lo que verdaderamente hacía era robar las composiciones de otros músicos y se grababa fingiendo que las tocaba; algo así como un playback. Y si bien llega a suceder que los músicos hacen esta especie de playback, lo cierto es que Turra lo hacía todo el tiempo.
Y es que las historias están saliendo a montones. Las personas con las que llegó a colaborar están contando cómo Turra siempre llegaba con sus partes pregrabadas y nunca quería tocar en vivo y, cuando lo intentaba, simplemente no podía.
Y, sin embargo, la falta de capacidad no ha escandalizado tanto como el robo de música: analizando su canal, se ha descubierto que las rolas que hacía pasar por propias, pertenecen a músicos con mucho menos seguidores y mucha menos exposición, pero muchísimo más talento.
Ante el escándalo, Turra salió a pedir disculpas. Dizque. Porque subió un video en donde en realidad lo que hace es justificarse, diciendo que a lo mejor se equivocó al no poner los créditos de los músicos de manera más visible. Cosa que también ya salieron a comprobar que es una absoluta mentira, ya que al parecer lo que hizo es poner los créditos una vez que se ventiló el robo, pues existen pantallazos que demuestran que no, los videos no tenían ningún crédito. Y claro, gente de la industria igualmente afirma que rolas que vendía en Spotify –también robadas– nunca mostraron el crédito.
El punto es que Giacomo Turra se hizo famoso y ganó dinero robando y mintiendo.
Pero lo que verdaderamente llama mi atención de todo esto, es el video de las supuestas disculpas –que por cierto ya lo bajó, sin embargo, otros usuarios lo han posteado–. Y es que en él, lo que vemos es a un Giacomo Turra que lejos de pedir disculpas, está mintiendo y justificándose.
Y es aquí a donde quería llegar, pues desde mi experiencia personal trabajando con jóvenes en distintos ámbitos, es que me he dado cuenta de esa falta de honor de la que hablaba al principio.
Ya no hay honestidad, ya no hay palabra, ya no hay respeto por el sí mismo ni mucho menos por lxs demás. Como Giacomo Turra, quien en vez de aceptar el error y pedir sinceras disculpas, elige seguir mintiendo aun cuando todo mundo está saliendo a ventilar experiencias que avalan la historia del robo y de actitudes egóticas.
Es eso. El ego está salido de control y quizá las redes sociales tienen mucha culpa. ¿Cuántos de ustedes no han escuchado a un niñx decir que de grande quiere ser “influencer” o “youtuber”?
Cada día importa menos aprender algún oficio o cultivar algún talento, lo que importa es grabar un video que se viralice y les haga famosxs. Y he ahí el meollo del asunto: muchxs jóvenes sólo quieren ser famosxs subiéndose a alguna tendencia, copiando ideas, calumniando a alguien más, robando música, ya no importa la práctica ni las cuestiones éticas.
Quizá es esto lo que tiene a muchxs jóvenes confundidxs. En mi época –sí, ya estoy en edad de decir eso– que te cacharan en una mentira era vergonzoso, no quedaba más que aceptar el hecho; el regaño o la llamada de atención de lxs padres, o de lxs superiores en el ámbito laboral, era también vergonzoso, y lo que quedaba era buscar enmendar el camino; hoy en cambio, lo que prima es no aceptar el error, justificarse y peor, mentir. Así como hizo Giacomo Turra en su video de disculpas.
Pero la verdad siempre sale a luz, quizá por eso Turra ha bajado ese video y a lo mejor pronto lo veremos ofreciendo sinceras disculpas, después de todo, en el fondo, todxs sabemos perfectamente lo que hacemos y decimos y por qué. A lo mejor creemos que engañamos a otrxs, pero a nosotrxs mismxs no, nunca. Y ese es el verdadero samsara.
Claro que esta es mi opinión personal y no es importante.
Imagen: Adobe Express