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Algo sobre la revolución feminista…

Es curioso cómo el movimiento feminista incomoda a muchos hombres que dicen sentirse directamente atacados por el mismo y confiesan, además, sentirse cansados de él. Si ellos están cansados de escuchar los últimos 50 años sobre los derechos de la mujer, ¿comprenderán cómo nos sentimos las mujeres de miles de años de abusos?

Creo que la reacción masculina no es de falta de empatía, me da la impresión que sólo es MIEDO; miedo a escuchar lo que muchos años no se dijo, miedo a darse cuenta de los abusos que quizá ellos mismos han perpetrado, miedo a sentirse expuestos, miedo a que el sistema que conocemos –en donde ellos son los privilegiados– esté cambiando. 

Ante las demandas feministas, han surgido voces masculinas que exigen que no se les trate como proveedores, que disminuya la presión social sobre ellos, que la economía de los hogares sea verdaderamente igualitaria. Y tienen razón, pero no es el feminismo, sino el propio machismo el que ha colocado al hombre en esa posición. Porque el machismo no es práctica exclusiva de los hombres, también lo practicamos las mujeres. Seamos sinceras con nosotras mismas; seamos coherentes.

Por eso lo que verdaderamente necesitamos es un discurso conciliatorio. La lucha no debe ser entre mujeres y hombres, sino de ambos, unidos, en contra de las prácticas machistas. 

Nosotras podemos dejar de decir esa tontería de “Lo tuyo es mío y lo mío es mío”, y en general dejar de alimentar eso de que es obligación del hombre ganar más dinero. A cambio, ya no nos chiflen ni nos digan palabras procaces en la calle, ya no nos arrimen el pito en el transporte público, ya no nos insinúen una noche juntos en una junta de negocios, ya no nos digan “putas” porque gozamos de libertad sexual, véanos a los ojos en las conversaciones. Y por favor, YA NO NOS PEGUEN, YA NO NOS VIOLEN, YA NO NOS MATEN.

En contra del machismo sí que nos podemos unir todos, hombres y mujeres. Nuestro fin último, después de todo, es metta, el amor universal.

 Mujeres, como última cosa, quiero citar el cuarto sutra del Buda Shakyamuni:

El odio no disipa el odio, sólo el amor disipa el odio. Es la ley, ancestral e inagotable.

Gracias por llegar hasta aquí. 

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