La guerra entre Estados Unidos y China. A mí me gusta que el mundo se mueva. Mucho tiempo lo sentí estático, a pesar de que la historia me decía lo contrario.
¿La humanidad puesta a prueba? De aquello que tiene que realizar en conjunto, en la misma vibración, en la misma sintonía. ¿Por qué la prueba más difícil?
Nuestro dolor más fuerte: el de la muerte, el de la enfermedad del cuerpo.
Nuestro temor más fuerte: el otro.
Y luego la tierra moviéndose, respirando, sacudiendo eso que la está enfermando. ¿La está matando? ¿A mí me gusta que el mundo se mueva?
La paranoia de todos. La ceguera de otros. La paranoia propia. Y también la ignorancia. El odio en todos. Eso no falta. Y debajo, el miedo.
Y en todo esto, ¿dónde queda la adicción al dinero? ¡El Dios de este siglo se está derrumbando! Y es apenas primavera. Eres frágil, Dios Mercado.
Alguien, sin duda, se está enriqueciendo. ¿Y los más golpeados? Como siempre, los de abajo.
Que la cuarentena es un privilegio. Sí. Yo la ejerzo, la agradezco. Y de mientras viajo al mar. Y de mientras soy un astro. Pienso en mis abuelas. Pienso incluso en mis papás. Inhalo el río de Ixhuatán. Vivo en el sin tiempo.
Mañana quién sabe.
Allá afuera, no es mentira, la humanidad se sume en caos. Ya quién sabe si por el virus o por la propia especie.
Y luego, otra vez, la guerra económica. Y el alivio de no poseer nada. ¿Qué es, entonces, el dolor del cuerpo? Lo que observo a diario.
Pareces suicida, humanidad.
Shanti, shanti…
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