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Del documental de Celine Dion y su enseñanza espiritual

Acabo de ver I am: Celine Dion, el documental donde la cantante expone el síndrome por el que atraviesa y que le impide hacer lo que más ama: cantar.

Cuando era adolescente era muy fan de Celine Dion. Recuerdo que un buen día mi hermana (que es mayor que yo y que, por lo tanto, experimentó muchas cosas antes que yo, incluyendo la música) llegó con un casete (sí, un casete) de Celine Dion, el título: Let’s talk about love. Y las dos muy fan. Incluso ya más grandes, universitarias quizá, fuimos a un concierto que ofreció en la Ciudad de México. 

Y yo, como de naturaleza también soy más atascada que mi hermana, a partir de ese casete me compré muchos más cd’s (ya eran cd’s); tuve mucha discografía de Celine Dion y cantaba en la regadera sus rolas y agradezco a mis papás que me hayan aguantado esa etapa. 

Así que bueno, volvamos al documental. I am: Celine Dion cuenta la manera en que la cantante descubrió y empezó a vivir con el Síndrome de la Persona Rígida, una extraña enfermedad que causa espasmos musculares y rigidez en todo el cuerpo, una crisis –como la que incluso vemos al final del documental– puede traducirse en la imposibilidad de la persona para moverse. Si bien en un principio Celine Dion pudo continuar su carrera a base de tratamiento y medicamentos, llegó un punto en que las afectaciones fueron tales, que tuvo que suspenderlo todo. Y es que esta afectación se ha traducido, para ella, en que sus cuerdas vocales están rígidas, no pueden estirarse; y también en que diafragma y músculos de la respiración están tan apretados, que no le permiten a los pulmones distenderse, es decir, todo el instrumento para cantar está afectado.

Es realmente lamentable que, para una persona que se dedica precisamente a cantar, le esté pasando esto. 

Pero hubo algo en particular que llamó profundísimamente mi atención, y es que percibí una especie de negación y aferramiento. 

Si bien puedo entender que el proceso es difícil y doloroso, en algún punto sentí que Celine Dion, en vez de darle tregua a su cuerpo, está aferrada a seguir cantando a como dé lugar. Incluso pensé que, quizá, además de toda la ayuda médica que tiene, le vendría bien el acompañamiento de un maestro espiritual, porque detrás de este tipo de procesos a veces hay enseñanzas de aceptación y adaptación. Por un lado, aceptar que esto es lo que es y es lo que hay, la aceptación radical de la realidad; y por otro, aprender a adaptarse: quizá ya no soy cantante, pero soy muchas otras cosas. 

En el budismo esta enseñanza pudiera ser Anatta, el no-ego. Definimos quiénes somos a partir de qué, ¿de mi pareja? ¿De mis hijos? ¿De mis logros y mis premios? ¿De mi profesión? Y cuando eso, por cualquier circunstancia se acaba o cambia, entonces quién soy. 

Reflexionaba sobre todo esto cuando intercambié impresiones con mi hermana sobre el documental, entonces me dio su punto de vista y me pareció muy interesante porque es muy contrario a lo que yo percibí: cantar no nada más es su modus vivendi, me dijo, sino su modo de expresarse; su voz es su motor para salir adelante.

Así que eso que yo percibí como aferramiento e incapacidad para el cambio, mi hermana lo vio como aliciente, como empuje. Claro, estos dos puntos de vista están llenos de nuestras propias historias y nuestras propias personalidades.

En fin, dice mi maestro de yoga, Fredy Díaz: “Quéjate menos, disfruta más, porque es ahí donde puedes ver las oportunidades”.

Después de todo, Celine Dion no se ha recuperado, pero sí que logró cantar: todos vimos la extraordinaria actuación que dio en la apertura de los pasados Juegos Olímpicos.

Así que esta es sólo mi opinión personal y no es importante.

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