No sufrí este encierro impuesto
pues conozco de otra vida, el convento,
y de otra, más antigua, las prisiones inasibles
de quien sueña con volar.
No extrañé los restaurantes. No extrañé los cines.
No extrañé el centro comercial. Menos los bares.
No te he extrañado, humanidad.
Yo aquí adentro, me divierto.
Aquí adentro soy castillos, soy ascenso.
Recovecos de una mente insaciable:
somos, siempre, más de uno.
Y allá afuera, sólo una.
No es difícil el encierro:
lo difícil es salir de nuevo al mundo.
Lo más difícil de la cuarentena…
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