El 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental y me ha parecido un excelente pretexto para hablar del tema.
Un deterioro de la salud mental no solo se refleja en ansiedad o depresión. Los altos niveles de estrés que vienen acompañados de caída del pelo, dermatitis, colitis, gastritis, contracturas, insomnio, fatiga y agotamiento también pueden ser una alerta de que requieres prestar atención a tu salud mental. Y ni qué decir de las adicciones, pero no solo a sustancias ilícitas, también a las redes sociales, al azúcar o a los fármacos son síntoma de que nuestra mente está buscando satisfactores externos porque no encuentra un equilibrio interno.
En muchos casos, todo lo anterior es causa y a la vez efecto de desbalances neuroquímicos. Por ejemplo, los altos niveles de estrés pueden ser causa y efecto de una sobreproducción de adrenalina y cortisol; la ansiedad también tiene su dosis de estos químicos combinada con baja producción de serotonina lo que, a su vez, puede llevar a una depresión.
Lo cierto es que nos hemos acostumbrado a vivir así porque el estilo de vida nos lo exige.
Últimamente cada vez escucho a más gente que dice padecer ansiedad –diagnosticada o no–. Y en los casos más graves, hay quienes ya usan medicamentos psiquiátricos que no siempre necesitan. De hecho, hay estudios que aseguran que el 95% de los casos NO necesitan medicamento, tanto en situaciones de ansiedad como de depresión.
A lo mejor algunos de ustedes saben que, a la par de mis actividades literarias, estudio y comparto un yoga que está enfocado en acompañar este tipo de procesos de salud mental. No se trata de un yoga de gimnasio en donde llegas, te exigen que hagas las posturas y te vas, no, es un yoga que hunde sus raíces en la filosofía más original posible para que, desde la quietud y el silencio, empecemos a estar mejor con nuestras circunstancias y, desde esa aceptación, encontremos paz. Además, las posturas (asanas) tienen una incidencia en la producción y/o supresión de ciertos neuroquímicos, y las respiraciones (pranayamas) mandan una señal directa a nuestro sistema nervioso periférico, ese que nos pone en alerta o nos relaja. A todo esto, no puedo no mencionar la sangha (o kula en yoga), la comunidad espiritual, el acompañamiento, el círculo de apoyo.
Lo que en realidad quiero contarles es que gracias a esta práctica he podido acompañar procesos de sanación de ansiedad y si ustedes, al leer esto, se están identificando o bien conocen a alguien que esté pasando por algo así, no duden en dejar un comentario o mandarme un mensaje en mis redes.
Precisamente el Día Mundial de la Salud Mental tiene por objetivo la visibilización de las neurodivergencias, pero también creo que lo más importante es abrir los espacios a todas las personas que creen que necesitan acompañamiento. Así que no duden en escribirme, llevo ya varios años estudiando y acompañando siempre con éxito, la verdad, pero no por mí, sino porque el yoga verdaderamente funciona.
Ahora cambiaré un poco el enfoque de esta reflexión porque el Día de la Salud Mental también me ha invitado a pensar en la responsabilidad que tenemos las escritoras, sobre todo cuando nuestra voz es muy pública.
Últimamente he visto con tristeza que algunas escritoras, a través de sus redes sociales, usan discursos de odio como apología de desequilibrios mentales –o digamos mejor: desequilibrios neuroquímicos–. Y no he podido evitar preguntarme: ¿no será que quienes escribimos o de alguna manera compartimos ideas tenemos que, forzosamente, hacer algún tipo de trabajo espiritual para que nuestra voz sea más compasiva? En serio, si decidimos publicar un libro o cualquier pensamiento en redes sociales, ¿no deberíamos tener un mínimo de trabajo interno? Sobre todo, si tenemos jóvenes entre nuestros lectores. ¿O estoy exagerando? No sé.
Lo que sí sé es que los tiempos exigen que, más que nunca, nos acompañemos. Todo ese estrés al que estamos expuestos es consecuencia de los horarios laborales, de las exigencias sociales y personales, del uso de redes sociales, de las multipantallas, de las noticias llenas de miedo; es por ello que el trabajo interior es más necesario que nunca.
Finalmente lo que quiero decir con todo esto es que todxs caminamos el mismo camino, todxs atravesamos algún proceso que no siempre es cómodo, pero podemos acompañarnos y existen herramientas que pueden ayudarnos a sentir mejor.
Pero esto es solo mi opinión personal e incluso esto no es importante.
Imagen: Adobe express