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Del acto de la compasión

Aquí en Occidente la compasión es malentendida. La asociamos con “lástima”. La realidad es que, en las prácticas espirituales de Oriente, como son el budismo y el yoga, la compasión es base y cimiento del camino espiritual. Mi maestro Hondou Kyonin la explica así:

Es el querer que los demás se liberen del sufrimiento y esa es la motivación más grande para comprender que todos sufrimos y que podemos tomar acción para ayudar a quienes están pasando por tiempos difíciles […] la compasión budista es más parecida a la solidaridad. Es aceptar el sufrimiento ajeno y tomar acción para mitigarlo. 

chocobudauda.com

Compasión es acción.

Esto no necesariamente quiere decir que nos vayamos al campo de refugiados en Gaza para ayudar. Podemos actuar desde donde estamos. ¿Cómo? No esparciendo noticias falsas, no fomentando discursos de odio y, lo más difícil para nuestra cultura: no tomando partido, entendiendo que hay que ser compasivos tanto con los palestinos, como con Netayahu.

Que hay que ser compasivos con los ucranianos como con Putin.

Que hay que ser compasivos con Ursula Von Der Leyen –presidenta de la Comisión Europea–, quien califica los hechos de Rusia en Ucrania como “crímenes de guerra” y “absoluto terror”, pero dice que apoya totalmente lo que hace Israel en Gaza.

Que hay que ser compasivos con Biden, aun cuando ya van dos veces que manda millones de dólares en armas para Israel.

Que hay que ser compasivos con los trabajadores de la Corte que en México marchan para defender los privilegios de alguien más. Y que hay que ser compasivos con los magistrados y ministros aun cuando absuelvan y amparen criminales, mismos que, también, merecen compasión.

Que hay que ser compasivos con los argentinos, pero también con Milei, aun cuando quiere cobrar a los ciudadanos por transitar –a pie– sus propias calles.

Que hay que ser compasivos con los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, pero también con Peña Nieto. 

Por eso es difícil practicar compasión, porque nace en nosotros un espíritu ya quién sabe si de justicia o de venganza.

La otra vez escribí sobre la falacia de que la práctica espiritual es pasiva (léanlo aquí), y es que sí, la realidad es que la revolución más difícil de llevar a cabo es la interna, ser compasivos, permanecer neutrales, no tomar partido y elegir el diálogo y la paz. 

¿Qué pasaría si los grandes líderes del mundo internalizaran la compasión en vez del ego, la venganza y la guerra? ¿Será que podemos reeducarnos? ¿Ustedes son compasivos? La neta…

En fin, todo esto es sólo mi opinión personal y no es importante.

Foto: Adobe Express

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Publicado enBlog