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#DíaDeLasEscritoras

¿No yo aprendí a escribir y ya nunca pude interesarme por otra cosa? ¿No aún hoy entregarme a la poesía me es más importante que la economía? ¿No pago yo, el precio, de ser escritora en esta vida?

He de creerme que lo soy, de otra manera es la muerte de mi espíritu. ¿Y no es la muerte de mi espíritu, la muerte de mi cuerpo? Ya lo he experimentado. Ser escritora no es solamente una profesión, es la única vida que conozco. Y es, entonces, por lo que lucho, a veces hasta en contra de mí misma. Pero he sobrevivido. A esas guerras internas, quiero decir.

Es el único lugar en donde todo es apacible, de otra manera sólo puedo enfocarme en lo externo. Es un viaje, pues, hacia el interior. Y se vive mejor allí. Y se vive de eso.

¿Qué es entonces, para cada quien, ser escritora? Desde dónde se vive la experiencia humana, y cómo se expresa. No para qué se expresa. Sino cómo cada quién nos relacionamos con el mundo. Porque esa es la finalidad de la existencia. O por lo menos eso es lo que he observado.

Entonces, ¿soy o no escritora? ¿Digo que lo soy o que soy otra cosa? ¿Disfrazo mi relación con las letras de algo más rentable? ¿Lo maquillo para que se adapte a este mundo? ¡No! Es lo único, además, que sé hacer. Y nunca he hecho algo distinto. 

Después de todo, durante 17 años estuve escribiendo Mäywen. Todo, además, lo he documentado en una serie de poemas que no quiere decir que piense publicar, sino que es la única manera que encontré para expresarme. Expresarme para poner orden. De otra manera es la muerte. Porque la locura de la mente significa muerte también: si la conciencia se pierde, ya no vuelve al principio. El viaje puede no ser circular y más bien seguir cayendo: alas desplumadas, rotas y todo el show. O por lo menos eso es lo que he observado.

En fin. ¡Feliz Día de las Escritoras! 

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Publicado enBlog

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