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De cómo nos quieren quitar el mar…

Las noticias en España dicen que el acceso a playas este verano será con reservación a través de un código QR y una app. Esto con el objetivo de evitar la propagación del coronovirus, el cual, afirman con contundencia, viaja en el viento…

Los invito a leer este artículo de RTVE. Presten atención al tono del redactor.

Con respecto a la misma noticia, el tono de El País es otro, más mesurado, como si la situación no fuera descabellada.

¿Qué aberración estamos viendo?

¿Es esto temporal o es la “nueva normalidad” a la que nos quieren orillar?

Como aquello de quitarnos los zapatos en el aeropuerto.

Ahora reserva tu espacio en la playa a través de una app. Pero no hagas deportes, tienes horario restringido, sólo puedes ocupar el espacio que te sea asignado, viniles te separarán del otro, y qué es eso que le echarán a la playa para “desinfección”.

¿México seguirá estas mismas medidas o parecidas?

Yo lo que más he extrañado este encierro es el mar.

Y lo primero que quiero hacer en cuanto me devuelvan mi libertad es viajar al mar. 

Una vez bailé con él. Las puntas de mis pies apenas si tocaban la arena, como una bailarina de ballet. Y cuando una ola me cargaba, yo me despegaba del piso y volaba entre brazos de agua. Me trajo y me llevó torciendo mi cintura. Y rítmico, siempre rítmico.

Reía. Y mi amiga Gloria reía conmigo. O ella sola. O con el mar.

Ambas reíamos. Y la conciencia de la felicidad fue inmediata. 

Aun cuando no hay risas –porque al mar también se va a llorar–, siempre hay serenidad. Certeza. Calidez. 

Poderosa energía. Intimidante. Algo tiene que cura.

Y ahora nos la quieren prohibir como prohíben todo aquello que despierta: sustancias, pero también información. 

No te radicalices si no quieres, humanidad, pero no pretendas que no ves sólo porque tienes miedo.

Yo lo primero que quiero hacer en cuanto me devuelvan mi libertad es viajar al mar. 

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