Saltar al contenido

Escribo porque…

Escribo porque no tengo a nadie a quién contarle todo lo que pasa por mi mente.

A mamá, papá y hermana, les cuento todo, pero vivimos realidades distintas. 

Lo mismo a los amigos. Amigues.

A mis maestros… mmmh… les cuento poco. Me da pena. Dizque medito para dizque estar en el centro. Pero yo siempre estoy en extremos. Soy de mente perturbada, ya no me da pena decirlo. Precisamente por eso hago yoga y medito. De lo contrario, estas disciplinas nunca hubieran llegado a mi vida. Punto.

Entonces la página en blanco es el lienzo para descargarlo todo. 

Pero después de todo eso, está la experiencia estética. Repensar una palabra, porque no hay tal cosa como sinónimos, una palabra no significa lo mismo que otra; sustituir una coma por un punto y coma, un punto y coma, por un punto y seguido, porque son parecidos, pero no son iguales; separar frases, y cuando cabe, reacomodarlas, incluso si sintácticamente no tiene sentido, pero auditivamente o visualmente sí. 

Escribo porque soy una obsesionada. Y una obsesiva. 

Escribo porque vivo disociada de esta realidad.

Escribo para crear otra posibilidad en donde me sienta más a gusto. Porque más allá del fondo monetario internacional, existe un castillo en el aire, una nube rosa, un corazón enamorado, un héroe, un valor absoluto que nunca pudimos cultivar como humanidad, pero quedará grabado en nuestra memoria gracias a la literatura. Existe porque lo pensamos, si lo pensamos es porque lo pudimos nombrar, y porque lo nombramos, lo creamos. Y así el círculo.

¿Cuándo, sin embargo, se materializará en esta realidad? ¿O es que somos muy pocos empujando a otro estado de conciencia?

Todo afuera me parecen guerras, dinero, violencia.

Pero precisamente por eso escribo, para vivir en otro mundo y fingir lo que ya sé: que yo no soy de aquí. 

Image by Lolame from Pixabay

Comparte:
Publicado enBlog

Sé el primero en comentar

Deja un comentario