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Reflexiones en la playa…

La Charo me gusta mucho porque me recuerda a mí misma a esa edad. Ahora que fuimos juntas a la playa, mientras ayudaba a poner la mesa, para ella y para mí escogió unos tenedores de diseño diferente, cuando su mamá le preguntó por qué, dijo: porque Magdalena y yo creemos en la magia. Y sí. Tengo 34 años y no lo voy a negar.

Me acuerdo que cuando iba en la secundaria, unas amigas y yo nos juntamos una noche de luna llena a hacer rituales mágicos. Era una época diferente, podíamos salir en la noche, buscar alguna calle desolada en donde sentarnos en círculo y jugar en seguridad. 

Años después, con otra amiga, hicimos rituales alrededor del fuego de una vela. Vimos lo que interpretamos como un hada del fuego. Las dos y al mismo tiempo. Eso nos dio certeza.

Hace poco me fui con dos amigas a la playa. Las tres llevamos una intención de sanación. Entramos y salimos 7 veces del mar, al amanecer, para soltar, para sanar en el agua más bendita. Cerrar un ciclo y empezar otro. Lo hicimos y devotamente. Cada una a su ritmo, cada una en silencio, cada una consigo misma. Pero al mismo tiempo y acompañadas. 

Yo sí creo en la magia, por eso hago yoga y canto mantras.

Charito se cree sirena y obvio yo también. Mientras nadábamos, le dije que al mar había que escucharlo, que hablaba; cuando lo hizo, a su manera, pude ver en sus ojos infantiles el asombro, la certeza, la ternura de la naturaleza en comunicación. 

Ya de que el mar también baila con una, le cuento en otra ocasión. 

Todas las mujeres somos magia y medicina y sanación. No es locura el sentirte conectada.

Ahora, si me permiten, la reflexión coyuntural: ojalá que cuando tomemos (o retomemos) el poder del mundo, no hayamos aprehendido (porque sí las hemos aprendido) las prácticas masculinas depredadoras, capitalistas, tóxicas. La guerra, la violencia, la matazón, eso no es nuestro, nosotras somos la madre naturaleza. 

Ojalá recordemos.

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