Saltar al contenido

Del desencanto…

Suelo desencantarme fácilmente. El Fondo Monetario Internacional, las máscaras, no hay tal cosa como la “sana competencia”, no existe eso, sólo existen egos asustados; y así andamos. 

Cuando caigo en el desencanto, hago yoga, medito, pero hay veces en que siento que ya nada me mantiene a flote y pienso, por qué me tomé esa agua mineral sin vodka. 

Cuando me encuentro en ese sinsentido al que abrió la puerta el desencanto, me refugio en la literatura, es la única que me puede rescatar, mi dama, mi amada, mi luz de sol. Vuelvo a mis autores favoritos, luego, entonces, no me siento tan sola en este mundo que quién sabe…

No es la altura lo que da miedo, sino la pendiente; la pendiente desde la cual se lanza el pensamiento hacia abajo mientras se alarga la mirada hacia arriba. Es por esa voluntad doble que el vértigo se apodera del corazón. Ustedes, amigos míos, ¿han descubierto que también en mi corazón existe una doble voluntad? Es precisamente eso en lo que consiste mi pendiente y mi peligro. La mirada mía se proyecta hacia la altura, pero mi mano pretende afirmarse y apoyarse en el abismo.

F. Nietszche

¡Pero tú, oh sol, brillas todavía en el cielo! ¡Y tú, Tierra, aún continúas verdeciendo! Los ríos todavía hacen correr sus aguas hacia el mar, y los árboles frondosos aún se estremecen a la brisa del mediodía. Los cantos voluptuosos de la primavera mecen mis sombríos pensamientos. La vida, que todo lo reanima en el universo, nutre y sacia hasta la embriaguez mi pobre alma hambrienta. 

F. Hölderlin

Teniendo una idea más amplia de lo bello, el hombre no se verá encadenado como un esclavo en el estrecho amor de un joven o de una sola acción, sino que lanzado en el océano de la belleza, y extendiendo sus miradas sobre este espectáculo, producirá con inagotable fecundidad los discursos y los pensamientos más grandes de la filosofía, hasta que, engrandecido su espíritu por esta sublime contemplación, sólo se perciba una ciencia, la de lo bello.

Platón

La lasitud está al final de los actos de una vida maquinal, pero inicia al mismo tiempo el movimiento de la conciencia. La despierta y provoca la continuación, la continuación es la vuelta inconsciente a la cadena o al despertar definitivo. Al final del despertar viene, con el tiempo, la consecuencia: suicido o restablecimiento […] todo comienza por la conciencia y nada vale sino por ella.

A. Camus

Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en tanto. De allí que ese afuera contemplado desde el adentro melancólico resulte absurdo e irreal y constituya “la farsa que todos tenemos que representar”.

A. Pizarnik

Imagen de Free-Photos en Pixabay

Comparte:
Publicado enBlog

2 comentarios

Deja un comentario