Después de unas campañas que no eran campañas pero que finalmente dieron inicio a las precampañas para dar paso a la campaña, ya sabemos quiénes son los candidatos y candidatas a los puestos gubernamentales que se estarán disputando el siguiente 2024 en México, incluyendo el presidencial.
A pesar de los atrasos y los errores que el gobierno actual de México tiene con respecto del feminismo, lo cierto es que el presidente cumplió esta promesa de campaña: lograr un gabinete paritario; actualmente, y por primera vez en nuestra historia, la mitad de las secretarías de Estado están en manos de mujeres.
Lo anterior contrasta con la poca participación de las mujeres en los puestos directivos del mundo empresarial. Quizá esto tenga que ver con que el sector privado aún no exige cuotas de género, como sí hace el INE.
Lo que sabemos hasta el momento en que escribo esto, es que, por lo menos MORENA, ha candidateado a 5 mujeres para 9 de las gubernaturas que se disputarán el siguiente año.
Se ha querido argüir que los criterios de paridad del INE son los que han posibilitado lo anterior, demeritando las capacidades de las mujeres elegidas. Desgraciadamente, esto lo leí en las cuentas de varias mujeres escritoras.
Lo cierto es que el siguiente año México tendrá su primera mujer presidenta. ¡Tendremos una mujer presidenta antes que Estados Unidos! Muy probablemente también la capital del país la gobierne una mujer, así como varios estados del interior.
Pero quiero centrarme en la siguiente reflexión: ojalá que las mujeres no repliquemos las prácticas del patriarcado. Porque el hecho de que las mujeres lleguen a puestos de poder, no quiere decir que su agenda sea verdaderamente antipatriarcal.
Para ejemplo tenemos a la golpista y antidemócrata Dina Boluarte, o a Ursula von der Leyen, sí, primera mujer presidenta de la Comisión Europa, pero que responde ciegamente a intereses invasionistas y genocidas; o a la misma Hilary Clinton, quien abiertamente declaró cómo Estados Unidos armó y entrenó lo que más tarde se conocería como ISIS.
Es decir, la agenda feminista, si bien debe contener todos los derechos y la seguridad de la mujer en las distinitas áreas donde nos movemos, también está obligada a cuestionar las prácticas rapaces del capitalismo y frenar las políticas racistas, invasionistas, destructoras, extractivistas y genocidas.
Salir a votar por mujeres es la gran labor de las mujeres hoy en México, pero también no dejarlas solas ante los poderes patriarcales que siguen, detrás de bambalinas, gobernando el mundo; y también exigirles, y acompañarlas, pero no detrás de un post en redes sociales, sino verdaderamente hacer uso de nuestra participación social y ser responsables con ella, porque ese es nuestro principal obligado. Y no meternos el pie… híjole, no meternos el pie. De esto hablaré en un siguiente texto.
En fin, esto es solo mi opinión personal y no es importante.
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