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Redes sociales y autopublicación

Me acuerdo que cuando estaba esperando que terminaran de imprimir Mäywen, ya con la mente vacía de la escritura, de la lingüística medievaloide, de las voces mentales que en la novela colisionan; con la mente, en fin, desocupada, empecé a pensar en lo que seguía: la venta. Y con ella, la exposición: salir al mundo, hacer contenido para redes sociales, mostrar mi cara… sentí pánico, les confieso. 

Hoy, a año y medio de lo anterior, aunque me siento muy agradecida por el camino recorrido, también me siento agotada. ¿Cómo le hacen los influencers y bloggers?

A veces también me impacta en el ánimo ver el contenido. Porque a la par que me entero de todo el trabajo que hay alrededor de la literatura escrita por mujeres, también veo comentarios violentos, llenos de odio. Una cosa, implica la otra. Es el escaparate de venta, pero también es la ventana al mundo. 

Y luego estar en constante contacto con las redes para poder vender la obra, hacerla llegar a los lectores, genera estar regresando a las apps. ¿A poco no? A veces picamos la pantalla, no teníamos nada qué ir a hacer allí, pero volvemos, y volvemos, y volvemos… Y luego a cada rato aparece una notificación… No, no, qué horror…

Y estarte viendo a ti misma. En constante autocrítica. ¿O ustedes son más relax con ustedes mismos? Yo todo el tiempo pienso que la cago, y me pongo metas imposibles, y ando ahí nada más autoexigiendo y corriendo y ya saben… 

En fin, el punto es que las redes sociales son severas. Recordatorio mental: no hay que hacerse adicta. 

¿Ustedes cuánto tiempo pasan al día en redes sociales? ¿Han visto el promedio que les comparte el cel?

Imagen de Webster2703 en Pixabay

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