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De la masculinidad tóxica

Me ha parecido muy interesante observar las movilizaciones que hay en torno al Día Internacional de la Mujer y, en general, en torno a los derechos de las mujeres y la exigencia de justicia ante la violación de los mismos. Las mujeres marchamos, nos movilizamos, escribimos, denunciamos, o paramos, pero, ¿y los hombres? Es decir, nosotras podemos hacer todo lo ya dicho, pero qué cambio habrá si la otra parte sigue actuando igual.

Pensé, por ejemplo, en el paro del día 9, en donde se invita a un paro laboral por parte de las mujeres. Probablemente habrá quienes tengan oportunidad de no ir a la oficina o al espacio de trabajo, pero, ¿y el paro doméstico? ¿Es posible? Si no cocinamos ese día, ¿quién va a cocinar? Si no se lavan los trastos ese día, ¿será que alguien los va a lavar? ¿O simplemente se acumularán para que al siguiente día lo hagamos nosotras? ¿Quién va a cuidar a los niñes, ancianes, enfermes en casa? Ese trabajo no para. La realidad es que las mujeres trabajamos fuera de casa y también en las noches y los fines de semana, ¿y están los hombres consientes de esto? Basta con que ellos apaguen la computadora o salgan de la oficina y su jornada laboral terminó, la nuestra continúa: todo el trabajo que se hace en casa. Masculinidad tóxica es dar por sentado ese trabajo; pensar que, por la diferencia de género, el trabajo doméstico corresponde a nosotras. Si acaso –y vamos de gane–, “ayudan”.

Veo también, por ejemplo, chistes machistas en Reels, memes, TikToks, en donde los hombres –incluso los que se dicen progresistas– se burlan con mucha soltura de las mujeres, las esposas, las novias; y la verdad es que no veo este tipo de expresiones en torno a ellos. Masculinidad tóxica es la normalidad para burlarse de nosotras sobre todo cuando se trata de temas domésticos o de relaciones. No veo que ellos hagan ninguna autocrítica del por qué nosotras actuamos así: mentiras normalizadas, infidelidades normalizadas, conchudez normalizada, hacerse pendejos normalizada… Nada es responsabilidad de ellos, todo nos corresponde a nosotras. Somos “exageradas”, somos “sentidas”, somos “intensas”. Otra vez: ellos nunca son responsables.

Los hombres no solamente ejercen violencias verbales, como las anteriormente descritas, chistes, bromas, piropos callejeros; también ejercen violencia económica, violencia psicológica, violencia sexual, violencia física y, claro, el feminicidio. Las víctimas de feminicidio, según me explicó Sonia Frías, investigadora de la UNAM, hace unos días que platiqué con ella, es muy probable que vengan experimentando todas las violencias anteriores. Y claro, masculinidad tóxica es culpar a la víctima.

Masculinidad tóxica es, por ejemplo, lo sucedido en el estadio de Querétaro durante el partido contra Atlas. No hace falta decir más porque es un hecho conocido ya internacionalmente, pero he ahí un grupo de hombres justificando de “pasión” su violencia desmedida contra tode el que se cruce enfrente, sean otros hombres, sean mujeres, sean niñes. ¡Qué horror! Este tipo de hombres, ¿cómo serán puertas adentro de casa? 

De masculinidad tóxica hay mucho qué decir porque el sistema en que vivimos la ha normalizado: decirle a tu pareja cómo vestirse, prohibirle amigues, prohibirle gustos; criticar cómo se visten tus compañeras de trabajo, coartar el ascenso laboral de tus compañeras de trabajo; no mover un dedo en casa, el mansplaining, y un largo etcétera. 

Ahora, ¿todos los hombres? No, definitivamente. Pero sí vale mucho la pena observar con conciencia a los hombres en nuestra vida, a los hombres a nuestro alrededor. ¿Se están adaptando a los nuevos tiempos? ¿O ejercen resistencias? ¿Ejercen violencias? Ufff…

¿Quién de ustedes, queridas lectoras, nunca ha sido violentada por un hombre? Por favor, déjenme un comentario… Después de todo, de ahí los #MeToo, ¿no? “Yo también”, “Yo también” ¡Y todas! En fin, las leo…

Image by ELG21 from Pixabay

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Publicado enBlog

2 comentarios

  1. eva hernandez eva hernandez

    Al leer esta reflexión que nos compartes, me surgen dos preguntas, la primera es sobre qué tanto a las generaciones que venimos de los 80´s, 90´s, nos está costando “desnormalizar” esto que defines como “masculinidad tóxica”. La violencia para mucho nos hace pensar en golpes e insultos, pero hoy en día hay miles de circunstancias indicadoras de violencia, como la psicológica, que además se encuentra sobre una delgada línea, entre lo que de pronto se justifica como una “llamada de atención” para “mejorar un aspecto” que otros observan sobre mi proceder o mi ser.

    Y el segundo punto es sobre la violencia que generan las personas con las que convivimos y que no precisamente son hombres, son otras mujeres, que por alguna razón se adjudican el “rol” de quien tiene el “poder”, el “control”, la “protección”, el “cuidado” de los otros (as), ese rol que les hace creer que tienen el “permiso”… tal vez son quienes asume el rol “patriarcal” de la familia, o de la pareja. Porque la violencia se vive no solo entre familias convencionales o relaciones heterosexuales.

    Te envío un saludo, me gusta mucho lo que compartes en tu blog y sigo en la espera de tu libro impreso de “Poética de la ansiedad”

    • Magdalena Magdalena

      ¡Hola, Eva, gracias por tu comentario! Pues te tengo la noticia de que ya está listo el libro impreso de Poética de la Ansiedad 😀 Por lo demás sí, tenemos mucho trabajo qué hacer para transformarnos, ellos, nosotras y todes.

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